Palabras del Dr. Ricardo Arias Calderón, Primer vicepresidente de la República y Ministro de Gobierno y Justicia, al develar el retrato de Don Carlos A. Mendoza y de Don Eusebio Morales, el 10 de abril de 1990
Amigos todos:
Es para mí sumamente grato y honroso develar en esta oportunidad el retrato de dos próceres de nuestra historia. En el Gobierno Provisional que se constituyó a raíz de nuestra independencia en 1903, Don Eusebio Morales fue Ministro de Gobierno y Don Carlos Antonio Mendoza fue Ministro de Justicia. Esta fotografía de los dos juntos atestigua la amistad personal, intelectual y política entre ambos y se torna en símbolo de la integración posterior de dichos ministerios en uno solo, el Ministerio de Gobierno y Justicia. El retrato que hoy develamos es, en consecuencia, el retrato de los dos fundadores del Ministerio de Gobierno y Justicia.
Los dos fundadores del Ministerio ocupan un lugar insustituible en la historia patria, ya que fueron autores de los documentos básicos de nuestra independencia: Don Carlos A. Mendoza fue, en efecto, el principal redactor del Acta de Independencia, la que aprobó el Concejo Municipal de la ciudad de Panamá el día 4 de noviembre, y Don Eusebio Morales redactó el Manifiesto de la Junta de Gobierno Provisional a la Nación, por medio del cual los integrantes de la Junta, José Agustín Arango, Federico Boyd y Tomás Arias, explicaron los motivos de la Independencia. Mendoza y Morales le dieron así expresión, en términos indelebles, a la conciencia de los próceres de nuestra independencia. Lo hicieron en un momento traumático de nuestra historia –al final de la Guerra de los Mil Días y ante la negativa del Congreso de Colombia de aprobar el Tratado Herrán-Hay para la construcción del Canal–, momento en que los panameños de aquel entonces supieron actuar de manera que los factores internacionales sirvieron a propósitos nacionales independentistas.
Hoy más que nunca necesitamos reanudar con la conciencia de nuestros próceres, tal cual Mendoza y Morales la expresaron. Necesitamos hacerlo en este, otro momento traumático de nuestra historia –al término de una nefasta y oprobiosa dictadura, que desvirtuaba la soberanía nacional para denegar la soberanía popular y que ponía en peligro la plena nacionalización del Canal–, en que los panameños de ahora hemos sido llamados a actuar de manera que los factores internacionales sirvan a los propósitos nacionales democratizadores.
Recordemos, por lo tanto, algunas palabras de los dos fundadores del Ministerio de Gobierno y Justicia. En el texto que don Carlos A. Mendoza propuso para el Acta de Independencia se afirma que los pueblos del Istmo de Panamá entraron en sociedad política “movidos por la necesidad de satisfacer la obligación de prosperar en el seno del Derecho respetado y la Libertad asegurada”. Y en el texto que don Eusebio Morales propuso para el Manifiesto de la Junta de Gobierno Provisional a la Nación se afirma que “aspiramos a la fundación de una República verdadera, en donde impere la tolerancia, en donde las leyes sean norma invariable de gobernantes y gobernados; en donde se establezca la paz efectiva, que consiste en el juego libre y armónico de todos los intereses y de todas las actividades y en donde, en suma, encuentren perpetuo asiento la civilización y el progreso”. Derecho respetado, libertad asegurada, imperio de la tolerancia, paz efectiva que consiste en el juego libre y armónico de intereses y actividades, estos son los valores de la conciencia de nuestros próceres, tal como lo expresaron Mendoza y Morales.
Reanudar hoy en día nuestra historia nacional, después del trauma de la dictadura, significa revivir estos valores. Pero, también significa darnos cuenta que la nueva vivencia de tales valores no puede ser en retrospectiva, de cara al pasado, añorando antiguas condiciones sociales, económicas, políticas y culturales de vida. Ha de ser una vivencia proyectiva, de cara al futuro, abierta a nuevas condiciones de vida que debemos forjar. El propio don Eusebio Morales, autor del Manifiesto y primer Ministro de Gobierno, llegó a tener aguda conciencia de lo que todavía le faltaba al Panamá recién surgido de la independencia. En 1916 se pronunció en los siguientes términos:
“Yo me he preguntado a mi mismo muchas veces: ¿es éste realmente un país, un pueblo, una nacionalidad? ¿Existe aquí un verdadero espíritu nacional digno de ser admirado por los historiadores, cantado por los poetas y transformado en leyenda inspiradora en el hogar y en la escuela? ¿Poseemos como colectividad la decisión enérgica capaz de heroísmo y la resolución suprema capaz del martirio? En el recogimiento de mi propia conciencia he contestado que sí. Nuestra alma nacional existe con elementos de grandeza, nobleza y patriotismo. Ella no se ha revelado todavía porque no se ha visto sometida a la prueba de la adversidad; ella lleva en sí la fuerza latente que determina las acciones gloriosas; ella posee la capacidad requerida para transformar nuestra humilde nacionalidad de hoy en un Estado vigoroso, próspero, civilizado y feliz…”.
Esa prueba de la adversidad que Morales vaticinaba la acabamos de atravesar. A nosotros, los panameños de hoy en día, nos toca revivir el ideal proceso original de “prosperar en el seno del Derecho respetado y la Libertad asegurada”, pero nos toca hacerlo alcanzando nuevas condiciones de “Estado vigoroso, próspero, civilizado y feliz”, como nunca antes lo hemos llegado a ser. La oportunidad que se abre frente a nosotros es extraordinaria, como extraordinaria es también nuestra responsabilidad histórica. No se trata solamente de organizar un gobierno más, sino de construir un sistema auténticamente democrático. No se trata solamente de reactivar una economía deprimida, sino de reconstruir una economía de acuerdo con un nuevo modelo de economía social de mercado. No se trata solamente de reafirmar otra vez derechos contractuales con respecto al Canal, sino de crear, por primera vez, las estructuras institucionales para asumir plena responsabilidad nacional por el Canal. No se trata solamente de desmilitarizar la organización de fuerza pública, sino de compartir como estado democrático la tarea de proporcionar seguridad pública en el pleno respeto a los derechos humanos. No se trata solamente de hacer valer la libertad y la justicia como normas rectoras de una convivencia pacífica, sino de impulsar la libertad y la justicia hacia la fraternidad entre todos los panameños.
Muchas gracias.
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