Estimado Don Toño, nuestro Primer Candidato a la Presidencia de la República;
Estimado Dr. Enrique Navarro, compañero de nómina en 1968.
Fundadores del Partido, amigas y amigos todos

El poeta dice que revuelve la mirada y a veces siente espanto, a mí me sucede todo lo contrario, revuelvo la mirada en el seno del Partido y siento un enorme entusiasmo y tengo que decirlo con este entusiasmo, un enorme orgullo de ser demócrata cristiano. Puedo dar muchas razones pero quiero dar las que me son más personales.

Llevo 10 años de Presidente del Partido y no fui de sus fundadores y ¿qué significa eso? De que sus fundadores tuvieron la visión y la generosidad de crear un Partido que fuera una comunidad abierta, una comunidad que se renueva, una comunidad que no tiene dueño, que se pertenece a sí misma en su crecimiento, en su apertura y en su sentido de coincidir con toda la nación. Hay en la historia del país otros partidos importantes pero creo que ninguno ha logrado como el nuestro: esa capacidad de apertura, de renovación, de no tener dueños, de ser el protagonista de su propia historia por decisión de sus propios miembros;  eso me vincula entrañablemente a los fundadores de nuestro Partido.

Hay otra razón por la cual siento este enorme entusiasmo y esta enorme esperanza, porque somos un Partido de ningún sector geográfico o social del país, porque somos un Partido en el cual hay de todas las especies y las sub especies de panameños, de todos los rincones, de todos los lugares, de todas las condiciones sociales, económicas y culturales. Somos un Partido con toda la riqueza y toda la variedad de ser panameños y creo que hay otros Partidos importantes en la vida y en la historia pero ninguno ha llegado a coincidir con el pluralismo de los panameños como coincidimos nosotros, los demócratas cristianos, con esta variedad increíble de panameños que hoy somos.

De todos los orígenes étnicos, de todos los colores, de todos los niveles educativos, de todas las provincias, de las Comarcas, de todas partes de las entrañas mismas de nuestra patria.

Y cuando revuelvo la mirada y siento entusiasmo y esperanza. Pienso en otra cosa, somos el Partido que ha hecho más por la Mujer Panameña en toda la historia política de Panamá. Y si hay en el Primer Gobierno democrático una Ministra, es porque es demócrata cristiana; y si hay mas de cinco o seis legisladoras, es porque son de la fracción demócrata cristiana, y si hay Directoras de Entidades Autónomas y Subdirectoras de Entidades Autónomas, es porque son demócratas cristianas y, otro tanto de Alcaldesas y de Representantes de Corregimiento y de todos los puestos en los que hemos tenido alguna responsabilidad. Y hoy por hoy, la mujer panameña lo sabe, su Partido es el Partido Demócrata Cristiano.

Y sigo revolviendo la mirada y sintiendo entusiasmo y esperanza porque miro tanta cara joven, de muchacha joven y de muchacho joven. Vemos llegar tras nosotros la próxima oleada de demócratas cristianos. Los legisladores más jóvenes de la Asamblea son todos demócratas cristianos, entonces, cómo no sentir entusiasmo y no sentir esperanza; sí, somos un Partido hecho Comunidad pero una comunidad que se renueva y que no tiene dueño; un Partido hecho de la entraña misma de la que está hecho el pueblo panameño, en su enorme variedad y multiplicidad; un Partido que ha sabido que la mujer tiene derecho a la plena igualdad de responsabilidades junto al hombre, no detrás de él y muchas veces, al frente de él.

Como no sentir entusiasmo y esperanza cuando apenas hemos llegado, por primera vez, seriamente a compartir el poder, ya vemos las nuevas generaciones que se vislumbran en el horizonte y que continuarán nuestra obra más allá del año 2000. Debemos sentirnos entusiasmados, esperanzados y  orgullosos de ser demócratas cristianos.

Al revolver la mirada podemos marcar las grandes etapas de nuestra historia y encontrar una enorme coherencia, una línea recta de lucha por Panamá. Aquí hay hombres que jugaron un papel importante en el nacimiento del Partido; en su primera etapa, donde en Panamá había una democracia imperfecta, imperfecta porque las libertades no eran plenamente respetadas, y, entre otras cosas, se hacían fraudes electorales, una y otra vez. Cuando en Panamá hablar de justicia social era prácticamente herejía y nos tocó en aquel entonces, luchar por el perfeccionamiento de la democracia panameña y por introducir dentro de la democracia panameña, una integridad, el respeto a las libertades y una conciencia de la justicia social.

Me atrevo a decir que si el mensaje que entonces transmitimos se hubiera oído, nos hubiéramos ahorrado 21 años de dictadura. Porque fue esa democracia imperfecta, fue esa insensibilidad a las exigencias de la justicia social, las que crearon el caldo de cultivo que hizo posible la dictadura por 21 años. Aquí hay muchos que durante la segunda etapa de nuestra historia, desde ese primer momento en que se instaló la dictadura, desde la primera hora que se supo que había dictadura militar, comenzamos la lucha en la primera línea, sin desviarnos una sola vez de la necesidad impostergable de terminar con la dictadura y de reencontrarnos con la democracia. Muchos pudieron venir al mismo tiempo o después que nosotros pero ninguno llegó antes que nosotros.

En estos momentos quiero pedir un aplauso profundo, que sea casi en el aplauso un homenaje y una oración, para un campesino demócrata cristiano que murió asesinado en las montañas de Coclé, por Hipólito Quintero, una de las primeras víctimas de la dictadura.

Y si algún Partido, en el curso de los 21 años, hizo trabajo por la unidad de la oposición democrática e hizo sacrificios por la unidad de la oposición democrática ese Partido es el Partido Demócrata Cristiano.

Llegamos a nuestra tercera etapa, la etapa de compartir la responsabilidad con los otros miembros de la Alianza Democrática Civilista por el primer Gobierno Democrático en una generación y por la gran tarea de reconstruir a nuestro país. Sí, hay una gran visión que nos anima; sí, hay un gran proyecto que estamos realizando pero que lo sepamos transmitir no estoy seguro; a veces no nos entregamos con total entrega y puede que así sea porque somos seres humanos pero que no se diga que no hay una gran visión, que no se diga que no hay un gran proyecto, pues sí lo hay y la Democracia Cristiana lo tiene clavado en la mente y clavado en el corazón.

Es el proyecto de la gran transición, de llevar a nuestro país de la condición de dictadura a lo que debe ser la condición de la democracia. En eso estamos trabajando como pocos. Están trabajando los legisladores demócratas cristianos, están trabajando los Ministros demócratas cristianos, están trabajando los Directores y Subdirectores demócratas cristianos y están trabajando los Alcaldes, los Representantes de Corregimiento y los funcionarios demócratas cristianos. Pocas veces en la historia he visto un grupo, hablo y doy el testimonio de mi gente, porque de ello estoy seguro, que se dedique como nos estamos dedicando a construir la democracia, institución tras institución, a reclamar cambios institucionales para perfeccionar la carta fundamental de la democracia panameña, a introducir estructuras legales nuevas en todas las áreas. Pero más que eso, porque la democracia no solo son Instituciones y Estructuras legales, es producir un cambio en las actitudes y en los valores; es la democracia que estamos construyendo, esto es uno de los grandes aportes de la Democracia Cristiana en este momento.

No es ni puede ser una democracia mirando hacia el pasado, ni al pasado inmediato, ni al pasado lejano, ni al pasado del militarismo, ni al del tradicionalismo político, tiene que ser una democracia mirando abiertamente y con coraje a un futuro de cambios, a un futuro de nuevas actitudes, de nuevos valores –exigentes– que son el fondo del alma de la democracia.

Con esto estamos comprometidos los demócratas cristianos y en este gran proyecto de transición, de una sociedad dictatorial a una sociedad democrática, estamos realizando junto con el cambio político de las Instituciones, las leyes y las actitudes, un cambio en el modelo de seguridad pública de nuestro país, que es objeto de controversia. Evidentemente, las grandes cosas siempre lo son pero me atrevo a decir, y reto a quien diga lo contrario, que en ningún otro país latinoamericano, en el último cuarto de siglo, se hayan hecho tantos cambios en materia de Seguridad Pública como se está haciendo en Panamá, desde que somos Gobierno.

En ningún otro país se ha llevado adelante una desmilitarización tan profunda como la que se está llevando en Panamá desde que somos Gobierno democrático. Y nosotros no nos limitamos a predicarle a otro lo que no hacemos en casa.

En la Fuerza Pública se han sacado a casi el 60 % de todos los oficiales, que van del rango de capitán a general. ¿Quién ha hecho otro tanto en ninguna institución del Estado panameño?

Pero así como aportamos un sentido de futuro a nuestra tarea política democratizadora también aportamos una responsabilidad por la Seguridad Pública de nuestro país. Hay quienes reclaman contra todo en todos los momentos pero ¿quién va a ocuparse de la Seguridad Pública del hombre común y corriente, el que no tiene con qué pagarse un guardia privado especializado ni en su casa porque no vive en un apartamento lujoso, ni en su oficina porque no trabaja en un lugar muy complejo? ¿Quién se va a ocupar de la seguridad común y corriente, mientras vivimos lo que se vive con todos los cambios democratizadores como un aumento de la delincuencia, como la  viven en Nicaragua, como la viven en Chile, como la viven en la Unión Soviética, como la viven en Checoslovaquia, en todos los países donde ha habido cambios democratizadores? ¿Quién se va a ocupar de la Seguridad de la familia común y corriente? Pues yo les voy a decir quién, porque no hay alternativa, porque los gringos se están yendo el 20 de diciembre de la Policía Nacional, a la que estamos ayudando a forjar, a formar, a educar nuevamente y a la que tenemos que darle un mínimo de confianza para que se juegue la vida en nuestro nombre de ser necesario.

Allí no termina nuestro Proyecto, ni nuestra visión. Sabemos que el país necesita un profundo cambio económico pero este profundo cambio económico tiene que hacerse con sensibilidad por los más pobres, por las áreas críticas de pobreza de nuestro país y, es por eso que ahora estamos peleando porque se cumpla el actual presupuesto, no al 75 % como se está dando ahora, sino al 100 % como lo exige la ley de Presupuesto. Y estamos luchando por eso por dos razones fundamentales: primero, si bien le podemos decir con realismo y honradez al empleado público que no hay con qué pagar un XIII mes, que no hay con qué aumentar los salarios, lo que sí podemos y debemos decirles es que sí hay con qué respetarlos y darles los instrumentos de su trabajo en cada Administración Pública, sí hay con qué darles los recursos presupuestados para que el maestro, que es empleado público, enseñe a los muchachos; para que el médico, que es empleado público, cure a los que no pueden pagar medicina privada; para que las enfermeras, que son empleadas públicas, puedan atender a los enfermos; para que los policías, que son empleados públicos, puedan luchar contra la delincuencia; para que los miles y miles de empleados públicos, que incluso recuerdo esto a quienes tienen corta memoria, votaron con y por nosotros el 7 de mayo, sientan que a ellos también los sabemos respetar. Ese respeto tiene que ser en algo concreto y ese algo concreto es que el Presupuesto, que aprobó el Gabinete, bajo la Presidencia del Presidente Endara, mismo que aprobó la Asamblea, bajo la presidencia de Carlos Arellano Lennox, se cumpla de acuerdo con la ley y no de acuerdo con el ardid de un solo hombre.

Pero esta es sola la primera razón, una por la cual tenemos que luchar por el cumplimiento estricto de la Ley de Presupuesto, que es una ley de la República. Hay otra razón más profunda todavía. La crisis que nos dejó el régimen no fue solo una crisis de deuda financiera, la que tanto preocupa a algunas personas y con razón. La crisis que nos dejó la dictadura es una enorme deuda social con nosotros mismos, son necesidades humanas insatisfechas. ¿A quiénes? De quienes tienen menos, de quienes aguantan más, de los más pobres de nuestro país. Cuando estamos todavía en medio de esa crisis, no cumplir con el Presupuesto al 100 % es castigar una vez más a los que menos tienen y más aguantan, lo que revela una enorme insensibilidad social.

El Presupuesto se traduce en medicinas, se traduce en útiles escolares, se traduce en caminos, se traduce en obras de cultura, las que le dan sentido a nuestra vida; se traduce en campos de juego y actividades deportivas para el desahogo y el alivio de nuestra juventud. Esto se traduce en todo lo que significa servicio público de un gobierno democrático a la gente que se lo reclama. Y si estamos luchando porque se cumpla el Presupuesto es para que se respete al empleado público, que en su enorme mayoría votó por nosotros y está hecho de gente decente, además para que el país sienta alivio y esperanza sobre todo el país pobre, el país desempleado, el país que se acuesta todas las noches pensando cuál será su suerte al día siguiente. Por eso estamos luchando y vamos a compartir las responsabilidades por un cambio en el modelo económico, ese modelo económico que existía lo que producía era desempleo y endeudamiento, pero vamos a luchar por ese cambio económico con sensibilidad social, con atención a las áreas críticas de pobreza y, por ello, me siento orgulloso que el presidente Endara haya encomendado algunas de las áreas más expuestas, en primera línea de las necesidades sociales, precisamente a demócratas cristianos.

Cuando pensó en alguien para Educación pensó en una demócrata cristiana; cuando pensó en alguien para Salud, él pensó en un demócrata cristiano; cuando pensó en alguien para Vivienda, pensó en un demócrata cristiano; cuando pensó en alguien para los caminos, que son las arterias de nuestra nación, pensó en un demócrata cristiano y sabemos que son puestos difíciles. Puestos en la primera línea de esa deuda social y nunca le hemos sacado el cuerpo a la lucha, a la pelea y al trabajo. Así como no se lo sacamos a la lucha contra la dictadura y menos aún se lo vamos a sacar a la lucha contra la pobreza, la miseria, contra el desempleo, contra la insensibilidad de algunos.

Tenemos un proyecto. Sí, tenemos una visión de conjunto y Dios sabe que nuestra gente trabaja entregándose por completo a su labor. También tenemos una visión internacional, la que cubre acercarnos más a nuestros hermanos centroamericanos, que cubre también el comenzar a prepararnos para asumir plenamente nuestra responsabilidad por nuestro Canal, porque uno de los grandes crímenes de la dictadura fue gritar nacionalismo y no hacer nada por preparar a nuestro país para asumir plenamente su responsabilidad frente al Canal. En la primera línea de esa tarea también estamos y estaremos los demócratas cristianos, como lo estuvimos antes de los años 60 cuando aquí no era de estilo hablar de panameñización del Canal, cuando aquí no era de estilo exigir que la bandera panameña flameara en la Zona. Desde entonces ya nosotros, a través de hombres como Carlos Arellano Lennox, exigíamos que nuestra bandera estuviera en todo el territorio nacional. Desde 1960 proclamamos, como tesis fundamental del Partido, la plena panameñización del Canal de Panamá.

Si yo tuviera que resumir qué aportamos los demócratas cristianos a esta visión, a este proyecto, lo diría en tres palabras, en tres ideas: aportamos el sentido decisivo, no vamos a construir a Panamá mirando hacia el pasado del militarismo, ni tampoco mirando hacia el pasado del tradicionalismo político. Queremos construir a Panamá como un Panamá lleno de esperanza nueva, de gente nueva en su corazón aunque sus arterias, como las de algunos de nosotros, no sean tan nuevas. Queremos construir un Panamá dispuesto a nuevos retos, dispuesto a ensayar nuevas cosas para que haya no solo democracia representativa sino una democracia participativa, en que la gente participe, no le tenemos miedo a la gente, no le tenemos miedo a que el pueblo hable; sí, lo hemos cantado a voz de cuello: “HABLA PUEBLO HABLA”. Pues bien, este sentido de futuro, este coraje por mirar las cosas y llamarlas por su nombre, esto es lo que le aportamos en primer lugar a la construcción de la democracia.

Aportamos algo más: un corazón de carne que siente y siente especialmente por los que menos tienen y por los que más aguantan; que siente no por los que tienen además de su salario de B/5,000.00 una jubilación de B/1,300.00, sino por los que  no llegan a eso. Por la gente que gana B/190.00 por trabajar todo el mes, por los que no tienen trabajo, por los que no les alcanza para las medicina… Aportamos un sentido de sensibilidad social y si nos las tenemos que jugar como Partido a favor de  los pobres, nos la jugamos.

Aportamos una tercera cosa: aportamos el sentido. No solamente  queremos una democracia para el futuro, no solamente queremos una democracia con corazón de carne que palpite ante el sufrimiento ajeno, queremos una democracia moral, decente, ética. No porque pensemos que somos los mejores sino porque pensamos que todos juntos tenemos que exigirnos mutuamente, los unos a los otros, un cumplimiento estricto de lo que le prometimos al pueblo panameño, que no haya nepotismo en el país, que no haya más tráfico de influencias en el país, para que no pueda haber corrupción en el país. Acaso es una herejía decir esto, aunque todos lo dijimos en la campaña, lo repetimos después de la campaña y ahora que estamos en el gobierno.

No es una actitud de creer que somos mejores que otros; es una actitud muy diferente. Todos tenemos que exigirnos, los unos a los otros, con coraje para que nuestra democracia sienta con los pobres, para que nuestra democracia tenga valores cívicos y morales en su acción, de manera que la gente siga con la esperanza. Hay momentos en la vida que uno vive de esperanza, de cosas por venir, y llega el momento de vivir por lo que se está realizando. Ahora nos toca la gran responsabilidad de proponer esperanza en el horizonte lejano, como la esperanza que se hace en el camino. Mientras los demócratas cristianos creamos, como hoy creemos, de que en el gobierno compartimos el Proyecto del que he hablado, de que en el Gobierno compartimos esta esperanza en el camino, allí estaremos en el Gobierno le guste a quien le guste y a quien no le guste, pues que no le guste. Y si en algún momento llegáramos a pensar que se ha perdido la visión del proyecto, si en algún momento llegáramos  a pensar que ya no hay esperanza en el camino, que eso se ha formado en ilusión, tendremos el coraje de salirnos del Gobierno.