Discurso pronunciado el 4 de agosto de 1990, en Atlapa, con motivo del décimo aniversario del diario La Prensa.
Señor Presidente de la República,
Señor II vicepresidente de la República,
Señor Nuncio Apostólico de Su Santidad,
Señor Presidente del diario La Prensa,
Señor Presidente del Miami Herald,
Señor Presidente del Colegio Nacional de Periodistas,
Amigas y amigos todos.
Hace 10 años, en agosto de 1980, se inició la publicación del diario La Prensa, casi a mediados de los 21 años de la dictadura y también casi a mediados de los 21 años de la lucha por la democracia. Al honrar hoy a todos los que hicieron posible la creación de La Prensa –su primera junta directiva integrada por Roberto Eisenmann, Ricardo Alberto Arias, Ricardo Bermúdez, Fabián Echevers, sus cientos de accionistas, sus periodistas, su personal administrativo y técnico y sus miles de lectores–, vale la pena una corta reflexión histórica.
La lucha por la democracia comenzó entre nosotros el mismo día en que se instauró la dictadura. A través de las variadas etapas de esta lucha, innumerables panameños participamos en la misma, con aportes diversos, riesgos diferentes, posturas variadas y métodos dispares. Todas las etapas fueron importantes, desde las conspiraciones y guerrillas iniciales, pasando por las huelgas generales y las grandes manifestaciones cívicas, hasta las decisivas campañas electorales de los últimos años; ninguna iniciativa fue superflua, desde la organización de partidos políticos, pasando por la coordinación y movilización de gremios y clubes, hasta la creación de nuevos medios de comunicación y la reorientación de medios existentes, incluso los intentos de insurrección militar. Nadie puede apropiarse la lucha por la democratización, que fue de muchos, como nadie puede apropiarse de la democracia resultante, que está llamada a ser de todos y a cada uno de los panameños.
Hoy que reconocemos el aporte insustituible de La Prensa a la lucha contra la dictadura y por la democracia, reconozcamos también a los miles de héroes y heroínas anónimos de esa lucha. Reconozcamos también que la democracia que hoy vivimos es la democracia de La Prensa y de los demás medios libres de comunicación, pero es también, y sobre todo, la democracia de este pueblo de hombres y mujeres anónimos que son los que Maritain llamaba la “sustancia viva” de la nación. En democracia, todos los poderes, incluso el cuarto poder de los medios de comunicación, han de estar al servicio de los ciudadanos comunes y corrientes. Y todos los poderes deben estar dispuestos, sin ensimismarse, a reflexionar sobre su actuación en el servicio al pueblo.
Hace pocos días la Conferencia Episcopal Panameña ha publicado una carta pastoral, bajo el título Construyamos junto el futuro de Panamá, que nos invita a todos, gobernantes, gobernados, medios de comunicación y ciudadanos en general, a una seria reflexión sobre la manera como estamos viviendo en democracia. Dato interesante en su noticia sobre dicha carta, los principales diarios del país destacaron las críticas al Gobierno que la carta contiene, sin destacar del todo el reconocimiento a las realizaciones positivas del Gobierno, que la carta también contiene, sin destacar del todo el reconocimiento de las realizaciones positivas del Gobierno que la carta también contiene y, además, sin destacar las evaluaciones que la carta formula con respecto a la libertad de expresión y sus abusos (párrafo 12) y el importante capítulo que dedica al papel de los medios de comunicación social (capitulo ch). No nos ensimismemos ni unos ni otros; tengamos todos el coraje, a la luz de la carta pastoral, de reflexionar sobre nuestras respectivas actuaciones y de reorientarlas en cuanto sea necesario.
Quisiera en este momento destacar un solo aspecto de esta reflexión colectiva por lo que afecta directamente a los medios de comunicación y al Ministerio bajo mi responsabilidad. “El país goza de liberta de expresión”, afirma en forma tajante y cierta la carta pastoral de los Obispos. Entre las realizaciones positivas, muy positivas, del Gobierno del Presidente Endara se encuentra su absoluto respeto a la libertad de expresión.
Como parte de este respeto, se han derogado dos decretos de la dictadura, el 61 y el 61ª de 24 de julio de 1987, que permitían la cancelación de frecuencias de radio y de canales de televisión prácticamente al arbitrio político del Gobierno, y se ha modificado el decreto 13 de 9 de febrero de 1987, de manera que cualquier cambio que se produzca en la dirección o propiedad de una empresa de radioemisión no tenga que ser autorizado por el Ministerio de Gobierno y Justicia, sino solamente tenga que ser notificado a dicho Ministerio.
Como parte de este respecto, se le encomendó a una Comisión Nacional, de la que formaron parte representantes de los principales organismos gremiales y académicos referentes a los medios de comunicación, la tarea de evaluar el régimen legal de la comunicación social y de formular recomendaciones. Sobre la base del trabajo de esta Comisión se ha emprendido, bajo la dirección de un distinguido jurista, la labor de revisar la legislación correspondiente con miras a preparar un anteproyecto de ley que la simplifique dentro de la perspectiva de la plena libertad de expresión. Puedo anunciar en esta oportunidad que una vez elaborado el anteproyecto y antes de someterlo a la Asamblea Legislativa, como proyecto propuesto por el Ejecutivo, será dado a conocer ampliamente para que pueda ser objeto de consideración y discusión públicas.
Como parte de este respeto, tan pronto fueron solicitadas de acuerdo al estado de derecho que impera en nuestro país, el Ministerio de Gobierno y Justicia le otorgó la personería jurídica al Colegio Nacional de Periodistas y le renovó sus licencias de locutor y de comentarista radial al señor Ricardo Bosco Vallarino. Y por decreto ejecutivo, que lleva la firma del Presidente de la República, otorgó a TV 13 canales adicionales que le permitan extender sus transmisiones a diversas provincias. Por lo demás, hoy se anuncia que por fallo unánime de la Honorable Corte Suprema de Justicia se han declarado inconstitucionales los autos del Juzgado Primero de Circuito de 1969 y 1971 en virtud de los cuales se despojó a sus legítimos propietarios de los diarios publicados por la Editora Panamá América, S.A.
Sí, “el país goza de plena libertad de expresión”, según la realidad que los Obispos reconocen. Esta libertad se da bajo el Gobierno del Presidente Endara, en la democracia por la que miles de panameños luchamos a través de 21 años de dictadura y que está llamada a ser la democracia de todos y cada uno de los panameños. Sin embargo, el texto de la Conferencia Episcopal Panameña añade: “No obstante, muchos comunicadores sociales lesionan cada vez más los derechos de terceras personas. Algunas noticias y comentarios reflejan una actitud de rencor y de venganza. Más que ayudarnos a una reconciliación nacional, los medios están sembrando, en no pocos casos, cizaña, promoviendo la disensión entre los diferentes grupos y sectores”. Ello merece una reflexión por parte de los medios, como las críticas al Gobierno merecen una reflexión por parte del Gobierno, que el Presidente Endara ha propuesto debe iniciarse con una reunión entre el Consejo de Gabinete y la Conferencia Episcopal Panameña.
En medio de la lucha democratizadora, en 1982, publiqué en el diario La Prensa, del que era entonces miembro de la Junta Directiva, un juramento que reitero hoy:
“Juro luchar por la palabra libre.
Juro luchar por la palabra responsable.
Juro hacer de la palabra vínculo de comunidad civilizada.
Juro hacer de la palabra fuerza de los derechos humanos.
Juro, con palabra libre y responsable, construir la Democracia.
Lo juro por Dios y por la Patria,
Porque creo que en el principio era la Palabra de Dios.
Y que la Patria debe ser la palabra de todos los panameños”.
Como ministro de Gobierno y Justicia del Gobierno del Presidente Endara reitero este juramento y lo reitero con la frente en alto, porque “el país goza de libertad de expresión”. Todos los aquí presentes hemos contribuido a que en Panamá la palabra sea efectivamente libre. Comprometámonos hoy, todos juntos, a que también llegue a ser responsable.
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