El  5 de julio
Palabras del Dr. Ricardo Arias Calderón, primer Vicepresidente de la República

Señor Embajador de Venezuela
Señores Ministros de Estado,
Señor Nuncio Apostólico y demás Representantes Diplomáticos,
Señoras  y Señores

Para quienes, en tiempos de dictadura, encontramos refugio en Venezuela, como fue en mi caso y el de muchos otros panameños, la fiesta del 5 de julio no es solo una fiesta de los venezolanos, es también una fiesta de los latinoamericanos que luchamos por la democracia y creemos en ella como la única forma realmente humana de convivencia y de gobierno.

Mensaje del Libertador:

         Vale en esta oportunidad oír el mensaje, a la vez inspirador y retador, del más grande de los venezolanos de todos los tiempos, el mensaje de Simón Bolívar. He aprovechado esta fecha para releer el discurso que el Libertador pronunció ante el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819. He encontrado dos textos que impactan muy directamente nuestra conciencia de demócratas latinoamericanos y, de manera, muy especial nuestra conciencia de panameños de hoy en día.

El primero de los textos contiene una grave advertencia: “Muchas naciones antiguas y modernas han sacudido la opresión; pero son rarísimas las que han sabido gozar de algunos preciosos momentos de libertad. Muy luego han recaído en sus antiguos vicios políticos”. A través de nuestro continente, los latinoamericanos hemos sacudido la opresión. Nosotros los panameños lo hemos logrado muy recientemente. Ahora nos toca la tarea, el compromiso ineludible, de saber gozar de nuestra libertad, afianzándola, perfeccionándola, defendiéndola. Para ello es imprescindible que evitemos recaer en los antiguos vicios políticos, que se insinúan en nuestra democracia actual y pudiera llegar a desvirtuarla.

¿Cómo evaluar si estamos cumpliendo nuestra tarea democratizadora? El segundo texto del Libertador nos proporciona algunos criterios fundamentales: “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Nuestra democracia latinoamericana, particularmente nuestra recién establecida democracia panameña tiene que responder a estos criterios para consolidarse.

Reflexión panameña

         ¿Sabremos los panameños demócratas producir la mayor suma de felicidad posible? La felicidad es una plenitud personal, que conjuga libertad, esperanza y bienestar. Nuestra democracia debe crear nuevas oportunidades de felicidad para nuestro pueblo, para los panameños comunes y corrientes que constituyen la sustancia viva de nuestra Nación.

¿Sabremos los panameños demócratas producir la mayor suma de seguridad social? Ello requiere que logremos salvar nuestro sistema de seguridad social, pero con sentido de equidad, sin aumentar indebidamente los sacrificios que nuestro pueblo ha de consentir. Requiere más aún, que trabajemos para crear una sociedad con justicia social, capaz de superar la pobreza que acosa a casi la mitad de nuestra población.

¿Sabremos los panameños demócratas producir la mayor suma de estabilidad política? Aprender a vivir en democracia no puede disociarse de aprender a vivir de acuerdo con un orden constitucional. La estabilidad política en democracia depende del respeto al orden constitucional. La impaciencia que conduce a promover o esperar cambios al margen de la Constitución, es una impaciencia que en vez de consolidar la democracia, la debilita.

Felicitación y agradecimiento

Hoy, en la fecha de la independencia venezolana, felicitamos al pueblo de Venezuela y a sus autoridades democráticas. Al mismo tiempo, le agradecemos a Venezuela que a través de los años nos llegue el mensaje siempre actual y aleccionador del más grande de los venezolanos, Simón Bolívar y que este mensaje nos llegue envuelto en una comprobada solidaridad democrática que nos acompañó durante la lucha contra la dictadura y nos acompaña ahora durante la construcción de la democracia.

El 14 de julio
Palabras del Dr. Ricardo Arias Calderón, primer Vicepresidente de la República

Señor Embajador de Francia y Sra. de Barré
Señores Ministros de Estado,
Señor Nuncio Apostólico y demás Representantes Diplomáticos,
Señoras  y Señores

Es indudable la significación universal del 14 de julio como fecha simbólica de la Revolución Francesa. El desmoronamiento en nuestros días de los regímenes surgidos de la Revolución Rusa, que pareció durante algunas décadas poder sustituirse a la Revolución Francesa, no hace más que resaltar con mayor relieve la vigencia histórica, siempre actual, del legado del 14 de julio.

El legado de la Revolución Francesa

Dicho legado tiene una doble vertiente, por una parte, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y, por otra, la soberanía de la nación enraizada en la soberanía del pueblo. Estas contribuciones tocan a lo esencial del hombre en su doble dimensión, como persona y como miembro de una comunidad. Por ello mismo, ninguna de las dos se ha quedado restringida a su formulación inicial, más bien cada una se ha renovado y enriquecido progresivamente al ritmo del desarrollo del hombre y de su entorno.

En el espíritu, si no en la letra de la Revolución Francesa, los Derechos Humanos se han extendido del ámbito político y jurídico al ámbito socio-económico y cultural. Igualmente, la soberanía de la nación ha desbordado, a través de la experiencia de la interdependencia y de la solidaridad entre los pueblos, hacia el protagonismo de las comunidades regionales y hacia la configuración de una corresponsabilidad internacional, por la suerte de la comunidad mundial.

Reflexión sobre Panamá en este 14 de julio

Al conmemorar una vez más el 14 de julio y celebrar el aporte francés a la cultura política de la humanidad, los panameños podemos y debemos preguntarnos en qué medida actualizamos, en nuestras propias circunstancias, la vigencia de los derechos humanos y la vigencia de la soberanía de la Nación, tal que ambas han evolucionado hasta nuestros tiempos.

No cabe duda que en estos últimos 18 meses Panamá ha avanzado mucho en el respeto a los derechos humanos, sobretodo en el campo de las diversas manifestaciones de la libertad política. ¡Pero cuánto nos queda por avanzar! En materia de igualdad efectiva ante la ley, nuestra administración de justicia es todavía muy insuficiente. En materia de fraternidad sobre la base de la justicia social, nuestra economía y también nuestra cultura, son dramáticamente deficientes. Las nuevas generaciones de los derechos humanos son todavía para nosotros un horizonte por alcanzar.

La dictadura desvirtuó la soberanía de la Nación, al desvincularla de la soberanía del pueblo. Ahora en democracia está a nuestro alcance la reafirmación de la soberanía nacional, enraizada en la soberanía popular. Ello exige que ahondemos en el sentido de nuestra propia identidad nacional y que ejerzamos, con determinación, nuestros derechos y nuestros deberes soberanos, muy especialmente preparándonos para asumir plena responsabilidad por la administración de nuestro Canal. Más ello exige también que sepamos participar en los movimientos contemporáneos de integración latinoamericana y de concertación internacional, de manera que nuestra soberanía no quede expuesta en un estrecho ensimismamiento.

El 14 de julio, fiesta de Francia, nos ha invitado a una reflexión nacional, ya que por cultura política también somos hijos de la Revolución Francesa.

Colaboración Franco-Panameña

Señor Embajador de Francia y señora de Barré, en nombre del pueblo panameño los felicito en esta fiesta del 14 de julio. Felicito al pueblo francés y a sus autoridades democráticas que ustedes representan tan dignamente.

Al mismo tiempo,  por intermedio de ustedes, invito a Francia a colaborar más con nosotros, tanto bilateralmente como en el contexto de la solidaridad de la Comunidad Europea con los países del Istmo Centroamericano. Su colaboración nos ayudará a consolidar nuestra democracia en pleno respeto a los derechos del hombre y del ciudadano, a desarrollar rápidamente nuestra economía, con un sentido agudo de los deberes de justicia y de fraternidad hacia los más pobres entre nosotros y, hacer valer nuestra dignidad nacional a la par que participamos en un movimiento realista de asociación con los países hermanos de América Latina.

Permítanme decirles en este día, con toda sencillez y del fondo del corazón: ¡Viva Francia! ¡Viva Panamá!