Por Dr. Ricardo Arias Calderón
1989

Lic. Guillermo Endara, próximo Presidente de la República
Don Guillermo Ford, próximo  Segundo vicepresidente de la República
Doña Mireya Moscoso de Arias
Amigos organizadores del Encuentro Pro-Rescate de la Democracia
Amigos todos:

Nuestra gran lucha civilista y pacífica tiene por objetivo establecer en nuestro país una democracia que ofrezca, a todos los panameños, la oportunidad de vivir mejor en un ambiente de libertad, justicia y fraternidad. En la perspectiva de nuestra lucha, las principales tareas a las que estamos comprometidos son: la tarea de democratizar nuestras instituciones; la tarea de reconstruir nuestra economía para impulsar un desarrollo sostenido y equitativo y, la tarea de rescatar nuestra dignidad soberana, preparándonos para administrar responsablemente nuestro Canal.

Quisiera esta noche destacar la indispensable interacción entre la democratización de nuestras instituciones y la reconstrucción de nuestra economía. Los panameños vivimos en carne propia la realidad de que la peor crisis económica en nuestra historia es el resultado directo de los errores de política económica acumulados durante 20 años de dictadura y, adicionalmente, de la intransigencia represiva con la que la dictadura ha resistido hasta ahora la voluntad mayoritaria  de nuestro pueblo, a favor de un cambio pacífico. En resumen, la dictadura ha producido la crisis y solo la democracia puede encaminarnos hacia su solución.

Es importante, sin embargo, que comprendamos las funciones que debe cumplir la democracia, una vez lograda, para encaminarnos efectivamente hacia nuestra reconstrucción económica, porque si la democracia fallara en esta tarea, no solo peligraría ella misma nuevamente, sino que nuestra nación podría no reencontrar su rumbo, quedar a la deriva, expuesta al riesgo de radicalismos peligrosos o de subordinación indigna.

El primer gobierno democrático en 20 años, que ha de surgir de las elecciones del 7 de mayo, si se respeta la voluntad popular y que estará presidido por el Presidente Endara, con una mayoría de la ADO-Civilista en la Asamblea y en los Municipios de nuestro país, tiene que cumplir tres cometidos, que son la base política indispensable para la reconstrucción de nuestra economía: inspirar confianza, promover cooperación y practicar transparencia.

La nuestra es y debe continuar siendo la economía más abierta de América Latina, hasta llegar a ser –la panameña– una economía social de mercado. Una economía semejante exige como condición una confianza fundamental en el sistema de gobierno por parte de los actores económicos, es decir, de los trabajadores productivos, inversionistas arriesgados, ejecutivos  avezados y consumidores con capacidad tanto de consumo como de  ahorro. La dictadura ha producido la crisis actual en la medida en que ha destruido esta confianza fundamental, al convertir a los gobernantes en perseguidores, en vez de servidores de los gobernados.

Para inspirar confianza el próximo gobierno tiene que ser un gobierno democrático, cuyas autoridades conduzcamos al país no por la fuerza bruta y contra su voluntad, sino por el legítimo derecho obtenido en elecciones auténticas y con su consentimiento. Para inspirar confianza, el próximo gobierno tiene que ser un gobierno de respeto a las instituciones, las cuales han de actuar “limitada y separadamente, pero en armónica colaboración”, como lo estípula la Constitución, en vez de ser un gobierno en el cual un poder unipersonal militar se impone arbitrariamente al margen y aún en contra de las autoridades civiles, ejecutivas, legislativas y judiciales.

Para inspirar confianza, el próximo Gobierno tiene que ser un gobierno de amplia participación y de permanente concertación. Ello requiere que sea preocupación constante del próximo gobierno no solo consultar, sino compartir responsabilidades, sin comprometer evidentemente su papel de conductor hacia el bien común. Pero hay más, el próximo Gobierno tendrá que lograr una doble concertación.

En primer lugar, será necesario una concertación con los militares –a la que hemos estado y seguiremos estando dispuestos– para acordar el nuevo papel de las Fuerzas de Defensa, que no deseamos ni desmantelar ni humillar pero que tienen que asumir realmente la condición de institución profesional del Estado, dependiente del Ejecutivo y sin intervención en política partidista, tal como lo establece la Constitución. Esta concertación debe incluir el retiro del actual Jefe de las Fuerzas de Defensa, al acordarse un término de duración en dichas funciones que ningún jefe militar debe sobrepasar. En segundo lugar, será necesaria una concertación entre el Gobierno, los trabajadores y los empresarios para crear, de acuerdo con un plan de emergencia, condiciones de mayores oportunidades de empleo y de mayor rendimiento productivo, en el respeto de los derechos adquiridos.

Somos, como decía el antropólogo Hernán Porras, un país a la intemperie. Para nosotros como pueblo y para la economía de nuestro país, la comunidad internacional es nuestro ambiente nacional vital. No podemos ni vivir ni prosperar ensimismados y en aislamiento. La dictadura ha producido la crisis actual en la medida en que ha destruido las condiciones de mutuo entendimiento y de mutuo respeto, que son necesarios para el desenvolvimiento ventajoso de intercambios comerciales, de transferencias tecnológicas y de colaboraciones financieras.

El próximo Gobierno tiene que promover la cooperación con otros pueblos, en todas las formas que sean beneficiosas para la reconstrucción económica de nuestro país y para impulsar el desarrollo sostenido y equitativo sin el cual no podremos responder a las necesidades urgentes de las familias panameñas que menos tienen y más aguantan. La promoción de esta cooperación no contradice nuestro nacionalismo. Por el contrario, hace que nuestro nacionalismo sea realista y verdadero, al hacer que podamos responder a las exigencias populares de justicia social y no sea un nacionalismo demagógico, que sacrifica el bienestar de nuestro pueblo para encubrir la responsabilidad de quienes violan sus derechos humanos. Esta cooperación debe estar abierta a todas las naciones, siempre y cuando no se utilice para fines ulteriores de otorgar influencia en nuestro país a regímenes cuyas ideologías son antidemocráticas. Pero es evidente que nos conviene que esta cooperación se dé sobretodo con las democracias industriales y prósperas  de nuestro continente, de Europa y del Oriente. Promoverla es un cometido del próximo Gobierno democrático de nuestro país.

Inspirar confianza y promover colaboración, ambos cometidos requieren que se practique la transparencia en la administración pública.  Mientras las finanzas públicas, por ejemplo, se mantengan en la penumbra, sin ningún presupuesto que las oriente, sin ninguna supervisión efectiva por parte de la Contraloría, con un endeudamiento contratado sin autorización legislativa y fuera del conocimiento preciso de la opinión pública, serán turbias: turbias por la falta de información confiable y turbias por la falta de integridad administrativa. En tales condiciones no se puede inspirar confianza ni promover la cooperación. La dictadura ha producido la crisis actual en la medida en que bajo ella la Administración pública ha estado gravemente comprometida por su capacidad, debido al secreto de Estado o, mejor dicho, el secreto del dictador y debido a la corrupción con la que tal secreto siempre se conjuga. El primer gobierno democrático, que ha surgir de las elecciones del 7 de mayo, tiene que asumir el cometido de hacer transparente la Administración pública, para lo cual dos medidas son básicas: la plena libertad de información y de opinión y la plena independencia de las instituciones de control del Estado, especialmente la Contraloría General y las Procuradurías.

Amigos todos. Si del voto de los panameños depende, ya podemos estar seguros que con el próximo Gobierno se emprenderá la democratización de nuestras instituciones. Quienes compartamos la responsabilidad por dicho Gobierno, bajo la Presidencia de Guillermo Endara, estamos convencidos que en democracia podemos y debemos acometer la tarea prioritaria de reconstruir nuestra economía, para lo cual nos comprometemos a trabajar incansablemente para merecer la confianza de todos los panameños, lograr la cooperación internacional que nuestro desarrollo requiere y hacer ambas tareas con una administración pública ávida de transparencia. Nuestra recompensa será reafirmar nuestro orgullo de ser panameños y nuestra alegría de vivir mejor en un Panamá libre, justo, decente y soberano, en resumen, democrático.